EL
MUNDO
18 septiembre
2019
Los
bebés nacidos por cesárea tienen más riesgo de infección por bacterias
causantes de enfermedades
Amado Herrero
Los bebés nacidos mediante parto
natural tienen una flora intestinal más similar a la de la madre que los nacidos
por cesárea y estos tienen casi el doble de riesgo de colonización por
bacterias potencialmente peligrosas.
Billones de bacterias, virus y hongos conviven en el cuerpo
de cualquier ser humano, sano o enfermo. No sólo en el aparto digestivo -la
famosa flora intestinal- sino también en la piel, los ojos, la boca o los
pulmones. Conocer cuál es equilibrio normal de esas colonias de microbios que
pueblan nuestros órganos y saber cómo repararlo cuando se rompe representa una
de las grandes promesas de la medicina moderna. Pero, de momento, los
descubrimientos en este campo plantean muchas más preguntas de las que los
científicos pueden responder.
Algunos investigadores buscan esas respuestas en las
primeras etapas de la vida, estudiando a los recién nacidos. La revista Nature acaba de publicar este miércoles un estudio que
demuestra que el tipo de parto condiciona la flora intestinal de los neonatos.
«Los bebés son estériles mientras están en el útero, pero en cuanto nacen su
sistema inmune recibe gran número de bacterias», explica Nigel Field, investigador del University
College de Londres. «Creemos que ése puede ser el
momento que regula todo lo que va a venir después; por eso diseñamos este
estudio, para entender cómo los bebés son colonizados por los microbios en esos
primeros momentos de vida».
Investigaciones previas habían sugerido que las bacterias
eran transmitidas de madre a hijo en el canal de parto. Sin embargo este
estudio -el mayor hasta el momento sobre la microbiota
neonatal- revela que los recién nacidos tienen muy pocas bacterias de origen
vaginal y que la mayoría viene del intestino materno. Posiblemente recibidas
durante el mismo parto. «Creemos que la mayor parte de las bacterias puede
venir del perineo», afirma Peter Brocklehurst
profesor en la Universidad de Birmingham, «así que puede que no sea una
coincidencia que nazcamos tan cerca del ano de nuestras madres».
Además, según los datos de la investigación, alrededor del
83% de los bebés nacidos por cesárea portaban patógenos que podrían causar
enfermedades, comparado con el 49% de aquellos que nacieron por parto vaginal.
Unos resultados que podrían apoyar las indicaciones de los propios ginecólogos
de la necesidad de reducir el número de cesáreas realizadas en todo el mundo.
Los autores aclaran que sus resultados no deben disuadir a
las mujeres de tener un parto por cesárea, si las circunstancias lo aconsejan.
Subrayan que el papel exacto de las bacterias intestinales en el bebé aún no
está claro y que no hay pruebas de que esas diferencias tengan un efecto
duradero en la salud. De hecho, los resultados parecen reflejar que la
divergencia tiende a desaparecer pasado el primer año de vida. «Aún queda mucho
por investigar», señala Brocklehurst, «no podemos
afirmar que un procedimiento sea mejor o peor porque aún no sabemos las
consecuencias a largo plazo».
De acuerdo con los autores los resultados sí ponen en duda
una práctica controvertida, la siembra vaginal o microparto.
Se trata de un método que se aplica a algunos niños nacidos por cesárea a los
que se frota con una muestra de fluidos vaginales maternos, con la esperanza de
estimular la creación de la microbiota. Una práctica
contra la que ya había pronunciado el British Medical
Journal por exponer a los bebés a bacterias sin un beneficio claro. «Si la
siembra fuera importante, hubiéramos visto más bacterias de origen vaginal y no
ha sido el caso», afirma Field.
Por otra parte en los bebés nacidos por cesárea hay una
mayor cantidad de bacterias asociadas con el ambiente del hospital. En este
sentido los investigadores recuerdan que a todas las mujeres que son sometidas
a una cesárea se les administran antibióticos antes del parto para ayudar a
prevenir la aparición de infecciones postoperatorias, lo que significa que el
bebé también recibe una dosis a través de la placenta. Esto parece hacer que
sean más propensos a presentar resistencia a los fármacos antimicrobianos.
«Pero, de momento, no hemos podido determinar hasta qué punto influye el uso de
antibióticos respecto al tipo de parto», matiza Brocklehurst.
Entendiendo el microbioma
El microbioma intestinal es un
ecosistema complejo en el que se cree que conviven centenares de bacterias.
Microbios que nos ayudan a digerir la comida, a desarrollar nuestros órganos o
prevenir enfermedades. Se sospecha que pueden, incluso, influir en el sistema
inmunológico y en nuestro comportamiento. La ausencia de algunas de estas
bacterias en la primera infancia se ha relacionado con algunas enfermedades
autoinmunes como el asma, las alergias y la diabetes.
Pero determinar con exactitud el papel del microbioma en la salud es una tarea difícil, ya que es
complejo establecer si los desequilibrios en esos microorganismos son causa o
efecto de las enfermedades. Para salvar este obstáculo los investigadores han
analizado más de 1,679 muestras fecales de bacterias intestinales en 600 bebés
sanos y de 175 madres, que fueron recogidas por estas últimas y enviadas por
carta a los investigadores.
Así, los autores pudieron aislar, cultivar y secuenciar el
genoma de más de 800 de bacterias potencialmente patógenas. «Los bebés nacidos
por cesárea tenían más bacterias que normalmente se adquieren en los
hospitales, los llamados patógenos oportunistas», declara Field.
«Aunque estas bacterias generalmente no causan enfermedades mientras están en
el intestino, pueden crearlas si entran en el lugar equivocado o si el sistema
inmunológico falla».